jueves, 24 de enero de 2008

Seco invierno

El tiempo se ha contagiado de los políticos de nuestro tiempo. La contaminación
les ha hecho efecto y el ozono les ha menguado las ideas. El futuro que nos espera,
si no ponemos remedio, será cada día más lóbrego y sombrío.

Las costas españolas cargadas de cemento de norte a sur son un panorama de miedo, tal y como
lo era la época negra de Goya. La corrupción urbanística toca todos los palos, no le importa
ser amiga de la izquierda o de la derecha, y se comporta como la tentación que sale barata a todo aquél que disfruta de sus servicios.

En los últimos años de Franco muchos políticos fueron a la cárcel por defender unos ideales, por luchar por las libertades de los ciudadanos, por luchar en contra de la represión, pero ahora nos
vemos avergonzados por los numerosos casos de corrupción. El pasado se escurre por la cloaca
y nos deja el sentimiento de vergüenza.

La avaricia alimenta el ansia consumista, y la sociedad consumista destruye el planeta en el que
tiene que vivir, de la misma manera, muchos dirigentes avaros sucumben a la tentación que les
brinda su poder, poder que necesitamos para vivir entre iguales y bajo la justicia de una democracia honrada. La individualidad que nos lleva a superarnos, también llena las cárceles
de personajes demagógicos, de trajes vacios de contenido, de material difícil de reciclar.

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